Empecé terapia con una psicóloga que me recomendaron.
Iba una vez por semana, a veces, otras estaba tan depresiva que llamaba cancelando la sesión con cualquier excusa.
A mi ex le dieron vacaciones y decidió ir a visitar a unos amigos que tenía en Perú, obvio que fue solo porque no estábamos en condiciones de viajar juntos y además porque se gastaría mucho dinero.
La verdad... no me importó. Yo seguía con mi rutina... empastillada cada vez más, leyendo, mirando tele... y tejiendo cada vez menos. Tranquila porque por 20 días iba a estar sola (como de costumbre).
Si estando en el país me llamaba poco, estando en otro... practicamente nada... pero era normal. Una termina acostumbrándose a esas cosas, está tan metida en ese embrollo, que le encuentra explicación a todo: "lo que pasa es que tiene mucha presión laboral", "tuvo un mal día, ya se le va a pasar", "nunca fue así, algo lo debe de estar molestando, pero es tan reservado!!"... así hay miles de excusas para auto convencerse.
Sólo ansiaba que volviera de su viaje para que me trajera un perfume importado (ah!! cómo me gustan los perfumes!!).
Y de pronto, llegó el gran día, lo esperé con la comida preparada, el típico beso en la frente, que creo que hasta agachaba la cabeza yo para recibirlo...
No le gustó la comida, fue a la heladera a buscar fiambre, y yo por detrás esperando mi regalito...
Cuando me entregó la cajita, se me detuvo el corazón... lo abrí y era un par de aritos de no sé qué material con una piedra roja, el pasante, cuando lo usara se me clavaría justo en la yugular de lo largo que era.
Lo miré esperando que se riera por la broma... pero no, ese era mi regalo. Un perfume no, porque era tremendo lo caro que estaban.
Agarré la cajita, la cerré y se la volví a entregar.
- Te agradezco el gesto, pero no lo voy a usar, así que es una lástima que quede guardado, seguramente podrás quedar bien con alguien.
- ¡Qué desagradecida!.
Seguramente fui desagradecida... ¿pero unos aritos? ¿en una cajita de cartón coarrugado?. ¿Tan poco me tenía en cuenta?
Ssubió a acostarse, mientras yo desempacaba la ropa... en el lavadero iba la sucia y después guardaría la limpia en el dormitorio.
Para cuando subí, el ya dormía plácidamente, entré al vestidor a colgar las camisas y demás prendas y... cuando estaba por salir veo como al descuido dos frascos grandes de perfumes para hombre, todavía con su papel celofán.
El ataque de ira que me agarró fue tremendo!!
Agarré un almohadón y me tiré sobre él queriéndolo ahogar, se despertó sin entender nada...
- miserable h de p!!!, te odio, sos una basura!!!
El me miraba desconcertado.
Bajé corriendo las escaleras a tomarme un calmante porque en ese momento creí que lo mataba...
Bajó detrás mio, pero le corté el paso. (Es increible cómo un hombre que era más grande que yo físicamente, me pudiera temer tanto, evidentemente mi actitud lo atemorizó).
- Ni se te ocurra seguirme, ni llamarme por teléfono, te lo digo por tu bien.
Agarré una campera y salí a la calle, cegada por mi odio, esos perfumes, no eran el problema... sólo el detonante.
Caminé, caminé mucho, tratando de calmarme... de pronto me encontré frente a una iglesia, me acerqué, las puertas estaban abiertas... me senté en el último banco, buscando un poco de paz y me largué a llorar... no sé el tiempo que habré estado así ni cuánto hacía que una mujer estaba sentada a mi lado acompañándome.
Cuando la miré me hizo señas que siguiera... que descargara todo...
No me preguntó qué me había pasado, sólo me dijo que si lo deseaba todos los martes se reunía ahí un grupo de personas con distintos problemas para charlar y tomar mates, sobre todo para matar un poco la soledad.
Le sonreí agradecida, me agarró la mano con tanta dulzura que se me volvieron a caer las lágrimas.
Me paré para irme agradeciéndole la compañía y salí a la calle.
Ya estaba más calmada, sentía que me había sacado un gran peso de encima, hacía mucho que no lloraba.
Estaba oscureciendo y me encontraba lejos de mi casa y sin un peso en el bolsillo para tomarme un taxi. Tampoco me podía arriesgar a pagarlo en destino por si no había nadie cuando llegara.
Miré el celular... dos llamadas perdidas de mi ex. Tenía poco crédito y no valía la pena gastarlo en él.
Su-Saraza