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viernes

Cuando el amor no se puede controlar (II)

   Rita llegó destruida a su casa, todo le parecía una pesadilla. Carlos agotó todas las posibilidades para convencerla pero ella no quiso saber nada.
   Adelgazó varios kilos, se volvió triste y sin ganas de vivir. Cambió el recorrido para ir a su trabajo para evitar cruzárcelo , aunque el motor de esa camioneta era torturante.

   Un buen día, buscó en la guía telefónica el número de teléfono de la casa de Carlos y llamó... la atendió una mujer.
- ¿Sabías que tu marido te engaña? - y cortó.
   A la semana siguiente no pudo evitarlo, él la estaba esperando a la salido de la casa, escondido como un ladrón, enfurecido por lo que ella había hecho. Rita negó todo, disimuló muy bien no saber de qué hablaba y volvió a darle la espalda.

   El dolor seguía siendo insoportable, pero las ansias de salir adelante pudieron más. Decidió que era tiempo de darle un giro a su vida. Se mudó con una tía que vivía en Misiones, consiguió un nuevo trabajo, conoció a Mario, tuvo dos hermosos hijos y trató de ser feliz.

   Cinco años habían pasado desde ese desagradable episodio, cuando con su marido tomaron la decisión de radicarse en la ciudad natal de ella. Con proyectos nuevos construyeron su casa, él instaló su consultorio privado para estar más tiempo con su familia... la vida parecía encausarse...

   Una tarde cuando volvía de la casa de su madre de dejar a uno de sus pequeños... una camioneta vieja con un hombre mayor se le acercó...
- Rita!!! hola... 
- Ah. Hola, no te había conocido.
- En cambio vos estás igual, podemos charlar un momento?
- Sí..
Subió y salieron sin decir una palabra... estacionó en uno de "sus lugares", paró el motor y la tomó de la mano... ella lo dejó hacer.
- Estás hermosa, no sabés lo que te extrañé... se todo de tu vida, te pido perdón por el mal que te hice... - y se largó a llorar.
- Ya fué, si no me hubiese pasado todo ésto  nunca lo hubiese conocido a Mario ni todo lo que eso trajo. La pasé muy mal, pero pertenece al pasado. Pero vos... qué avejentado que estás!!!
- Sí, estuve muy enfermo... mi mujer tuvo una nena...
- Ah...
- El nombre lo elegí yo... Rita, le pusimos.
- ¿Me podrías llevar a mi casa?... tengo cosas para hacer.
- Sí, sí... ¿te puedo pedir algo?
- ¿Qué?
- ¿Me darías un abrazo?
- No...
- Por favor...
- No, porque no lo siento, me hizo bien estar con vos acá, si quedaban fantasmas en mi... después de volver a verte, desaparecieron todos...
- Tanto mal te hice?
- Sí, pero ya pasó.
- Te pido perdón por echarte las culpas de haber llamado a mi mujer aquella vez... me enceguecí, por un momento pensé que habías sido vos... pero después me dí cuenta que sos incapaz de semejante bajeza
- Está bien.

   Puso en marcha la camioneta y la dejó en el mismo lugar donde una hora antes había subido.
- ¿Me das un beso aunque sea?
- Sí... - y se lo dio en la mejilla-
- Nunca me pude olvidar de ese perfume!!!
- En cambio vos ya olés a viejo. Chau, gracias por todo.

   Y se alejó contenta, por no haber sentido nada por él, sin culpa por no confesarle que había sido ella la que había llamado a su mujer... y reconfortada en su ego al saber que Carlos había  seguido pendiente de cada movimiento suyo.

   La esperaban Mario y sus hijos... y ahora tenía un hogar.


Su-Saraza

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