Lo hablé con mi pareja... no estaba dispuesto a alquilar un depto. en la ciudad y mucho menos pedir días para cuidarme. Mi madre tampoco podía viajar porque tenía a su cuidado a mi abuela que no andaba nada bien de salud. No quedaba otra que buscar opciones... probé desde el corsé hecho a medida (que me ayudaba a adoptar posturas correctas pero que terminó debilitándome los músculos al punto de no animarme a dejarlo) hasta las famosas inyecciones de ozono, que no alcanzaban a pasar 30 días que empezaba de nuevo con el dolor.
Así y todo trataba de seguir con mi vida habitual, pero el dolor se me notaba en la cara... y la tolerancia de la otra parte era cero...
Empezaron los asados a la noche con amigos + reuniones extra de trabajos = amante.
... Y me lo dijo de una, en la cara... que quería que me fuera de mi casa porque ya no me quería más... pero que no se tenía que enterar nadie, que lo hiciera lo antes posible.
Me cayó como un balde de agua fría... hacía minutos lo había escuchado hablar por teléfono con mi vieja preguntándole cuándo iba a venir a visitarnos!!
Estuve una semana viviendo bajo el mismo techo, mientras buscaba algo que alquilar... no conseguía por ningún lado.
Por último, en una pensión que estaba muy cerca de ahí conseguí un dormitorio con un baño.
Con la ayuda de mis vecinos, me llevé una cama, unos muebles que fueron de mi abuela y el microondas. Algunas cajas con la ropa que usaba, el resto lo dejé todo embalado para cuando consiguiera un lugar donde guardarlo.
Esa semana la viví en una nube... me parecía que era una pesadilla, lo escuchaba llegar a la madrugada y entrar al dormitorio donde me había mudado, acariciarme la cabeza creyendo que yo dormía, y decirme lo mucho que me quería.
Mientras que al día siguiente, me torturaba preguntándome cuánto faltaba para que me fuera.
Los que estuvieron incondicionales fueron Juanchi y Diego. Juanchi con su serenidad, su espiritualidad, Diego... con su sentido del humor que tanto necesitaba y tanto bien me hacía.
No me dejaban a solas para nada... yo seguía trabajando en la peluquería y la gente empezaba a rumorear...
Juan veía la situación y me sugirió que sería bueno que me tomara unos días y me fuera a Nqn, que buscara un profesional, que me ayude.
Le hice caso, llegué a la capital sin poder moverme del dolor en la cintura, ésta vez el dolor me había paralizado la pierna derecha y el brazo contrario.
Alquilé una habitación en un hotel barato. Mi ex me había depositado algo de $ en una cuenta, pero era poca, tenía que administrarme. Lo único que le pedí fue que no me sacara la obra social (tampoco le convenía a él porque se enterarían en la empresa).
Había cambiado tanto él... que llegué a temerle, estaba muy loco, totalmente ciclotímico. Por eso me pareció buena la idea de mi amigo.
Busqué en la cartilla médica el mejor psicólogo. Tuve que esperar 2 semanas por mi turno...
A la noche, caminando de rodillas porque era la posición que más me aliviaba, dejaba toda la ropa preparada para el día siguiente, cuando me levantaba, agarraba una percha y con el gancho me ayudaba a vestir... el dolor me dejaba sin fuerzas... no me quedó otra opción que ir a la guardia a inyectarme un calmante.
Aprovechaba bien el desayuno, me movía a todos lados caminando... conseguí un trabajo en una peluquería para hacer las manos los fines de semana... y hacía una comida suculenta en el día para ahorrar $.
La noche que me dormía temprano, cansada pero tranquila, me sabía despertar el celular... a veces era él, pidiéndome perdón y colgaba. Otras veces eran las mujeres de Rincón, preguntando por dónde andaba o pidiéndome algún turno... yo les mentía diciéndoles que estaba haciendo cursos...
Faltaba tan poco para mi primer sesión!!
Su-Saraza
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