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viernes

Mi historia. Cosechando mi siembra

Ahí estaban mis amigos... esperándome en la terminal. Ni bien me vieron bajar quedaron boquiabiertos... es que había perdido varios kilos debido a los nervios. Estaban frente a una Su renovada, fuerte, segura... contenta.
Cenamos en un restaurante y después me acompañaron hasta la pensión. Sería mi primer noche en esa pieza... pero no tenía miedo, para llegar a mi puerta antes tenían que abrir la principal que estaba al comienzo del pasillo, y sólo teníamos llaves los que vivíamos ahí.
Me ayudaron a instalarme y se fueron... antes Juan me entregó un papel con los nombres de las personas que querían que las llamara para depilarse.
- Tomate tu tiempo, cuando estés preparada, las llamás.
Se fueron y me quedé sola.

Me duché para relajarme, me acosté, apagué el celular para que nadie me molestara y retomé la lectura de un libro de metafísica que estaba leyendo... poco a poco fue llegando el sueño y decidí apagar todo y dormir.

Al día siguiente no aparecí por la peluquería, me dediqué a ordenar y limpiar la pieza, a terminar de leer el libro, a poner en práctica alguno de los ejercicios... a tomar coraje para enfrentar al mundo. Llamé a algunas clientas para darles turno para el día siguiente, las que consideraba no tan cercanas para evitar tener que dar  demasiadas explicaciones.

Transcurrió la semana, y volví a mi terapia... todavía no había hecho nada de lo que me había sugerido Ignacio. El me consoló diciéndome que había sido un avance grande, que todo iba a llegar a su debido tiempo.

Pasaron los días, los rumores de mi separación eran cada vez mayores. Lo llamé  a mi ex  para ponernos de acuerdo a qué hora podía ir a retirar mis cosas. Me llevó un mes enfrentarlo, me evitaba de todas las maneras posibles, con cualquier excusa boluda.

Los allegados me alababan diciéndome lo bien que estaba, alguno me decía que él se había convertido en un ermitaño, que estaba con alguien pero que lo negaba. En el fondo me sentía bien saber que él estaba mal... lo disfrutaba.

Una mañana me citaron de recursos humanos de la Empresa. Fui con miedo, pensando lo peor.
- Mirá, está corriendo un rumor sobre la separación de uds., le pregunté a él pero me lo negó, quiero saber que hay de cierto en esto.
- Es verdad, estamos separados.
- Queremos saber en qué te podemos ayudar.
- Solamente en que me deje entrar para sacar las cosas mías, nada más.
- Pero en lo económico...
- Ya consulté a una abogada y la ley no me ampara, todo depende de lo que él quiera darme, y me hizo un depósito hace un tiempo como para que viva 6 meses sin trabajar...
- Nosotros podemos obligarle a que te pase una mensualidad...
- No, gracias, sólo la ropa necesito. Si él considera que lo que me dió es lo que me corresponde, que quede en su conciencia (hubiese sido mi posibilidad... pero la boludez siempre me ganó de mano).
- Igual queremos decirte que tenés la entrada libre a la pileta, que para nosotros seguís teniendo los privilegios de la verdadera mujer de él, lo cual no va a suceder con la nueva. Y además le vamos a pedir que abandone la casa, esa vivienda era para los dos, lo vamos a trasladar a una más pequeña en otro barrio.
- Pero...
- Si permitimos que él conserve todos los privilegios van a empezar a separarse más de uno... y eso es lo que no queremos.
Cualquier cosa que necesites, no dudes en acercarte a nosotros.

Salí de allí con lágrimas en los ojos y el corazón hinchado de tanta emoción... jamás pensé que iba a tener ese apoyo de parte de la compañía.

Al viernes siguientes, minutos antes de subirme al colectivo, mi ex me llama al celular para avisarme que ya sacó mis cosas afuera.
- Pero... me estoy yendo a Neuquén...
- Ese no es mi problema, si no están cuando vuelvas, no es culpa mía. Yo tengo que dejar la casa lo antes posible.

Y cortó. Llamé a mis vecinos, quienes me dijeron que me fuera tranquila, que ellos guardaban las cosas en su garaje.

Llorando, partí para mi sesión de siempre y mi trabajo de fin de semana. No podía creer, mejor dicho, aceptar semejante actitud. 
Pero mi conciencia estaba tranquila... y eso era lo que me importaba.

¿Cómo podía odiarme tanto?.




Su-Saraza 

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